martes, 5 de febrero de 2013

Sed De Sangre- La leyenda de Cayetano Santos Godino



Sed De Sangre 
El niño asesino
La ciudad porteña de Buenos Aires vio nacer, el 31 de octubre de 1896, al hijo de los inmigrantes calabreses Fiore Gordino y Lucía Ruffo. Este niño quién llevaría el nombre de Cayetano Santos horrorizaría a la Argentina algunos años más tarde bajo el apelativo de el "Petiso Orejudo".
Su padre, fue quizá responsable en parte de haber engendrado a quién se convertiría en el primer criminal en serie en la historia policial argentina, y en único niño asesino. Alcohólico y golpeador, había contraído la sífilis tiempo antes del nacimiento de Cayetano. El niño vino al mundo con graves problemas de salud, de hecho, durante sus primeros años de vida estuvo varias veces al borde de la muerte a causa de una enteritis.


La niñez de Cayetano transcurre en la calle, vagando. A partir de los cinco años concurre a varias escuelas de donde siempre es expulsado por su falta de interés en los estudios y su comportamiento rebelde. El escenario de sus correrías y carrera criminal serían los baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque Patricios, por entonces todavía al borde de la pampa. Es una zona de quintas, de retiro, de descanso. Pero también es un arrabal desgranado de paisanos y extranjeros.


El 28 de septiembre de 1904, contando con apenas 7 años, Cayetano da inicio formal a su carrera criminal, a fuerza de engaños lleva a Miguel de Paoli, de casi dos años hasta un baldío y allí lo golpea para luego arrojarlo sobre un montón de espinas, un policía que pasaba se percata de lo sucedido y lleva a ambos niños a la comisaría de donde serían recogidos mas tarde por sus respectiva madre.
Al año siguiente, Cayetano agrede a su vecina Ana Neri, de apenas 18 meses. Le conduce hasta un baldío en donde la golpea repetidamente en la cabeza con una piedra. Nuevamente es descubierto por un policía quién pone fin al ataque y lo detiene, pero, por su corta edad lo dejan en libertad esa misma noche.



Extrañamente, el que sería el primer asesinato de Cayetano pasó desapercibido y solamente sería descubierto años después cuando lo relata, en su confesión ante la policía. Según él cuenta, en 1906 toma a una niña de aproximadamente 2 años y la lleva hasta un baldío sobre la calle Río de Janeiro donde intenta estrangularla, después, decide enterrarla viva en una zanja que cubre con latas. Las autoridades, al conocer este crimen, se trasladan hasta el lugar pero se encuentran con que se había edificado una casa de dos pisos. La historia no pudo ser corroborada a pesar de que los archivos policiales registran una denuncia por desaparición con fecha 29 de marzo de 1906, de una niña de tres años de nombre María Roca Face, tomada en la comisaría 10ª. La niña desaparecida nunca fue encontrada.

Ese mismo año, al parecer apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Cayetano sería denunciado ante la policía por su padre al descubrir que había martirizado algunas aves domésticas. Su padre encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guardaba los cadáveres de otras aves. A continuación se reproduce el acta que en aquella ocasión fue levantada.

"En la Ciudad de Buenos Aires, a los 5 días del mes de abril del año 1906, compareció una persona ante el infrascripto. Comisario de Investigaciones, la que previo juramento que en legal forma prestó, al solo efecto de justificar su identidad personal dijo llamarse Fiore Godino, ser italiano, de 42 años de edad, con 18 de residencia en el país, casado, farolero y domiciliado en la calle 24 de Noviembre 623. Enseguida expresó: que tenía un hijo llamado Cayetano , argentino, de 9 años y 5 meses, el cual es absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos; que deseando corregirlo en alguna forma, recurre a esta Policía para que lo recluya donde  crea oportuno y para el tiempo que quiera. Con lo que terminó el acto y previa íntegra lectura, ser ratificó y firmó. Fdos: FRANCISCO LAGUARDA, Comisario. -Fiore Godino"."Se resolvió detener al menor Cayetano Santos Godino y ser remitió comunicado a la Alcaidía Segunda División, a disposición del señor Jefe de Policía"

Cayetano pasó recluido poco más de dos meses y después regresó a las calles, como ya no asiste a la escuela vuelve a dedicarse a la vagancia, sumido en sus morbosas fantasías sádicas, masturbándose continuamente.

El 9 de septiembre de 1908 vuelve a las andadas, conduce a Severino González Caló, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón, ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro de la que suministraba señas particulares. Es conducido a la comisaría de donde es recogido al día siguiente.

Seis días más tarde, el 15 de septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la víctima, pero alcanza a huir.

El 6 de diciembre Fiore y Lucía Godino,(sus padres) cansados de los continuos problemas causados por Cayetano vuelven a entregarlo a la policía, esta vez es enviado a la Colonia de Menores Marcos Paz en donde permanece por tres años. Durante su encierro concurre a clases en donde aprende a leer y escribir pero a medias.

La estancia de Cayetano en Marcos Paz, lejos de regenerarlo, le endurece. El 23 de diciembre de 1911 regresa a las calles; ahora es un criminal frío y terriblemente potenciado por la estadía en la colonia.

Su liberación se da, al parecer, a petición de sus padres con quienes regresa a vivir. En un intento por redimirlo de su secuela criminal su padre se habían ocupado de conseguirle trabajo en una fábrica, pero por desgracia solamente es capaz de mantener el puesto por tres meses.

Comienza otra vez a vagar por las calles, pero esta vez sus vagabundeos lo llevan a frecuentar lugares y personas del más bajo nivel de moral de la ciudad de Buenos Aires. Asimismo , comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza que se traducían en ganas de matar, en sed de sangre, sobre todo después de tomar alcohol.




El 17 de enero del fatídico 1912 Cayetano, quién ya es conocido en las calles con el sobrenombre de "Petiso Orejudo", se introduce en una bodega de la calle de Corrientes y da rienda a otra de sus grandes pasiones; el fuego. El incendio que provoca tarda cuatro horas en ser sofocado por los bomberos. Después de su arresto declararía:

"Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego."

El 26 de enero de 1912 un crimen aterrador conmueve a la sociedad porteña. El cadáver del menor Arturo Laurora, de 13 años es encontrado en una casa puesta en alquiler en la calle Pavón. El cuerpo es descubierto, golpeado y semidesnudo, con un trozo de cordel atado al rededor del cuello. Su desaparición había sido reportada apenas el día anterior. Las investigaciones no conducen a ningún lado. Posteriormente Cayetano confesaría la autoría de este crimen.

El 7 de marzo siguiente Cayetano prende fuego a las ropas de Reyna Bonita Vaínicoff de cinco años, la pequeña fallece 16 días después de debatirse entre la vida y la muerte en el Hospital de Niños.

En los meses siguientes el Petiso causa dos incendios más que son controlados fácilmente por los bomberos sin que se produzcan víctimas

El 24 de septiembre, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Cayetano mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas. Apenas unos días después prende fuego a la Estación Vail de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, el incendio fue controlado por los bomberos.

En noviembre 8 el Petiso Orejudo, con engaños como siempre, convence a Roberto Russo de 2 años a acompañarlo a un almacén en donde supuestamente le compraría unos caramelos. Lo lleva pocas cuadras en donde ata los pies del niño y procede a ahorcarlo con un trozo de la cuerda que usa para atarse los pantalones, son descubiertos por un peón del alfalfar quién lo entrega a las autoridades. Cayetano declara haber encontrado atado al niño y estarlo rescatando cuando son descubiertos, es liberado por falta de mérito.
El 16 del mismo mes, en un baldío situado en las calles de Deán Funes y Chiclana, intenta golpear a Carmen Gittone de 3 años. Un vigilante hace acto de presencia y el agresor consigue escapar. Días después, el 20 de noviembre, se lleva de la esquina de Muñiz y Directorio a la niña Catalina Naulener de 5 años. Busca un baldío por la calle Directorio, pero antes de encontrarlo la menor se resiste a seguir. Godino se descontrola y la golpea. El dueño de la casa ubicada en el número 78 de la mencionada calle interviene y Cayetano logra huir de nuevo.

El último crimen del Orejudo es probablemente el mejor documentado de sus asesinatos, su víctima, Jesualdo Giordano de apenas tres años sale, como todas las mañanas después de desayunar con sus padres, de su casa ubicada en la calle Progreso número 2185 para reunirse con sus amiguitos y jugar a todo aquello que acostumbran jugar los niños en esa edad. Esa misma mañana del 3 de diciembre, a pesar de los acostumbrados gritos de su padre, Cayetano sale de su casa ubicada en Urquiza 1970, ya lleva clavada entre los ojos la determinación terrible de matar, su incontrolable sed de sangre.

Después de vagabundear un rato por las calles, Santos Godino encuentra, en la calle Progreso un grupo de chicos jugando. Se les suma sin despertar ninguna sospecha porque, después de todo, su aspecto de idiota siempre le ha permitido ganar la confianza de sus víctimas

Poco después consigue convencer a Jesualdo para que lo acompañe a comprar unos caramelos. Un rato antes y sin éxito, invitó a Marta Pelossi, de 2 años de edad; pero la menor, asustada, se refugió en su domicilio. Así pues, víctima y homicida se encaminan sin apuro hacia el almacén ubicado en Progreso 2599 en donde compran dos centavos de caramelos de chocolate. Enseguida el más chico los reclama, pero Godino, imperturbable, resuelve dosificarlos: le permite algunos, y le promete los demás si acepta acompañarlo hasta cierto lugar alejado, la Quinta Moreno.
 una vez en la entrada, el chico llora y se resiste a entrar. Pero el asesino lleva hecho demasiado, ni siquiera vacila: lo agarra con violencia de los brazos, lo introduce en la quinta y lo arrincona cerca de un horno de ladrillos. Lo derriba con fuerza y lo aquieta poniéndole la rodilla derecha sobre el pecho. Godino conoce el mecanismo: con apuro, pero sereno, se quita el piolín que lleva por cinturón (se trata de esos lazos de algodón que se utilizan en albañilería para sostener las plomadas), y empieza a enrollarlo en el cuello del niño, le da 13 vueltas y procede a estrangularlo. Pero Jesualdo intenta levantarse, así que Cayetano procede a atarle de pies y manos cortando la cuerda con un cerillo encendido. De nuevo procede a asfixiarlo con el cordel pero el chiquillo se resiste a morir. Una idea cruza por la mente de Cayetano; ¿Por que no atravesarle la cabeza con un clavo?

Uniendo la acción a la idea el Petiso se da a la tarea de encontrar la herramienta deseada, su búsqueda le lleva al exterior del local en donde topa con el padre de Jesyaldo quién le pregunta por el paradero del niño, imperturbable, Cayetano, le responde no haberlo visto y le sugiere dirigirse a la comisaría más próxima a levantar un reporte.
Mientras tanto el Orejudo encuentra un viejo clavo de 4 pulgadas, regresa con él junto a su víctima, usando una piedra como martillo lo hunde en la sien del niño moribundo y después de cubrirlo con una vieja lámina de zinc huye de la escena del crimen.

Esa noche, durante la velación de su víctima, Cayetano hace acto de presencia. Después de observar durante algún tiempo el cadáver  huye llorando del lugar. (Según declaró posteriormente, deseaba ver si el cadáver aun tenía el clavo en su cabeza) Para su desgracia dos policías, el Subcomisario Peire y el principal Ricardo Bassetti ya habían ligado cabos con casos anteriores y esa misma madrugada se allanó el hogar de los Gordino arrestando a Cayetano, encontrando en sus bolsillos un artículo de periódico aun fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había intentado ahorcar a última victima.

Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. En una primera instancia, Santos Godino fue declarado irresponsable y se lo recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes, donde atacó a dos pacientes. Uno estaba inválido en una cama. Otro se movía en silla de ruedas. Después intentó huir.

Lo trasladaron a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras y finalmente, en 1923 se le trasladó al penal de Ushuaia, la provincia más austral de la Argentina, a la "Cárcel del Fin del Mundo". En 1927 los médicos del penal le hicieron una cirugía estética en las orejas, porque creían que allí radicaba su maldad. Obviamente este tratamiento "radical" no sirvió de nada.

En 1936 pidió la libertad y se la negaron: de los dictámenes médicos elaborados por los doctores Negri y Lucero y los doctores Esteves y Cabred se concluye que; 






"Es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean"

De su vida de recluso se sabe poco. Apenas alguna anécdota como la siguiente: en 1933, consiguió detonar la furia de los presos porque mató al gato mascota del penal arrojándolo junto con los leños al fuego; le pegaron tanto que tardó más de veinte días en salir del hospital.


Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944 siguen siendo nebulosas. Supuestamente murió a causa de una hemorragia interna causada por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y, con frecuencia, violentado sexualmente. Sobrellevó los largos días de la cárcel, sin amigos, sin visitas y sin cartas. Murió sin confesar remordimientos.

El penal de Ushuaia fue finalmente clausurado en 1947. Cuando el cementerio fue removido sus huesos ya no estaban eso dió inicio a su leyenda, como que la mujer del director de la carcel usaba un hueso de cayetano como pisa papeles entre otras cosas, como que en el lugar donde prendió fuego el vestido de la niña Reina Bonita Vainicoff , pueden verse sombras , y suele sentirse olor a sangre.



La historia del “Petiso orejudo” es una de las más escalofriantes que puedan encontrarse dentro de la criminología moderna. Este muchacho argentino, llamado Cayetano Santos Godino, comenzó su carrera criminal con tan solo 7 años de edad, escogiendo a otros niños como sus víctimas. Godino, quien además era pirómano, tuvo en vilo a toda la población de Buenos Aires de principios del siglo XX. La estremecedora vida del Pequeño orejudo, el niño asesino, ha sido llevada a la gran pantalla de mano del director madrileño Jorge Algora, bajo el titulo “El niño de barro”. 

El 3 de diciembre de 1912, el primer asesino serial argentino terminaba con la vida del pequeño Jesualdo Giordano, de sólo 3 años. Al otro día, quedaba detenido y comenzaba su leyenda. 

La sociedad, y en especial los niños, fueron el objeto de su venganza. Asesinó a cuatro pequeños e intentó matar a otros siete, algunos de los cuales quedaron con serias marcas. También mató a varios animales y provocó grandes incendios en Boedo, Almagro y Parque Patricios, la zona donde residía en un Buenos Aires que, por entonces, se estaba desarrollando y le proporcionaba baldíos y obras en construcción como escenarios ideales de sus cuantiosas atrocidades. 

El último asesinato. En la mañana del 3 de diciembre de 1912, “el Petiso Orejudo”, que por entonces tenía 16 años, salió de su casa para evitar un nuevo enfrentamiento con su padre. Quería matar, y la víctima sería el primer niño que se le cruzara. Cerca de su casa encontró a la pequeña Marta Pelossi, de sólo 2 años, pero la niña se asustó con su imagen anormal y logró entrar a su casa a tiempo. Furioso, Cayetano Godino siguió en busca de una muerte que lo aliviara. De pronto, descubrió a un grupo de niños jugando en un baldío. Se les acercó, y ellos lo dejaron participar, sin temor a lo que podía pasar. Y era lo peor. 

Liberado de la “visita”, Godino encontró un clavo oxidado de cuatro pulgadas (unos 10 centímetros) y corrió a rematar a su víctima. Se lo hundió en la sien y luego lo martilló con un ladrillo. La autopsia determinó que el clavo no mató al niño. Ya había muerto antes. 
consciente  de sus actos, Cayetano Santos Godino era un niño extraño, con aspecto de idiota y que sentía un enorme placer por hacer lo que la sociedad condena. 










No hay comentarios:

Publicar un comentario