sábado, 9 de agosto de 2014

12 Leyendas Urbanas! ¿Te animas a leerlas un viernes en la noche?




Leyendas Urbanas! ¿Te animas a leerlas un viernes en la noche? La pagina no hace responsable de posible muerte o si eres victima de una maldición…

1- LOS NIÑOS DEL FERROCARRIL 




Cuenta la leyenda que un autobús escolar se detuvo sobre las vías del tren en un paso a nivel, su conductor estaba tan borracho que no se dio cuenta de donde había aparcado mientras bajaba a orinar. Por desgracia a los pocos segundos un tren de mercancías que circulaba a gran velocidad chocó contra el bus matando a todos los niños que había dentro, los pobres angelitos casi ni se dieron cuenta. Se dice que desde entonces sus almas sin descanso penan en ese mismo punto deseando cobrarse la vida de quien les dejó a su suerte por influjo del alcohol. 
Cualquiera que se detenga por la noche en el paso a nivel del tren con la luz en rojo sufrirá su ira ya que decenas de pequeñas manos invisibles empujaran su coche hacia la vías, donde serán aplastados por el tren. 
Los más afortunados podrán acelerar su vehículo y escapar a tiempo, pero los espíritus de los infantes impedirán a cualquiera que haya bebido o esté borracho escapar con vida. Según los testimonios de los pocos supervivientes a veces cuando los cristales de los coches están empañados se pueden ver sus manitas apoyándose en el cristal mientras te empujan a tu muerte. Otros dicen haber escuchado las voces y lamentos de los niños mientras permanecen en el sitio.


2- SIN LUCES POR LA CARRETERA 



Manuel regresaba de su pueblo a altas horas de la madrugada, antes de llegar a la autopista debía circular varios kilómetros por carreteras vecinales y comarcales que se encontraban en un estado lamentable. Además de carecer totalmente de iluminación, las curvas y lo irregular del asfaltado hacían que aventurarse en ellas de noche fuera jugarse la vida. Mucho mas cuando llevaba casi un día sin dormir debido a que su “visita al pueblo” se debía al fallecimiento de un tío lejano pero muy querido por la familia. 

Luchando contra el sueño y casi por casualidad, en unos de los pocos trazados en los que la carretera permitía que la Luna iluminara la vía, divisó a lo lejos un todo terreno negro que circulaba con las luces apagadas en sentido contrario al suyo. Se consideró afortunado de no haber impactado frontalmente con él y pensando que era algún borracho que olvidó encenderlas le hizo un juego de luces con los faros de larga distancia. 

El todo terreno prendió entonces sus luces de máxima intensidad, era un modelo con unas potentes luces instaladas en la parte superior del vehículo como los utilizados en algunos safaris de África. Manuel casi se sale de la carretera al ser deslumbrado por tan potentes “faros”, enfadado empezó a pitar y vociferar toda clase de insultos por la ventanilla. Lo que no esperaba es que el todo terreno haciendo un derrape típico de películas de acción cambiara el sentido de su marcha comenzando a perseguir al coche de Manuel. 

Aterrorizado comenzó a acelerar con la intención de dejar atrás a su perseguidor. Pero este parecía más veloz y diestro al volante y aprovechaba la mayor cilindrada de su vehículo para empujar y golpear el coche del asustado conductor. Hasta que sucedió lo inevitable, Manuel perdió el control de su vehículo en una curva y tras dar dos vueltas de campana acabó estrellándose contra un árbol. Al salir por la ventanilla del coche pensó por un momento que había sido afortunado de sobrevivir al accidente. Pero su alegría pronto se vio interrumpida cuando al levantar la cabeza observó como cuatro individuos bajaron del todo terreno con martillos en la mano… 

Al día siguiente la policía encontró el vehículo a varios metros de la calzada y el cuerpo de Manuel casi irreconocible, machacado a golpes de martillo durante varios minutos. En el informe policial se advirtió que una vez más una de las bandas más peligrosas de la zona había vuelto a matar en uno de los ritos de iniciación a sus nuevos miembros. 

Su modus operandi consistía en conducir sin luces por una carretera secundaria hasta que algún incauto trataba de advertirles haciéndoles un juego de luces. De este modo elegían a su víctima a la que obligaban a salir de la carretera o accidentarse para que después el nuevo miembro de la banda le golpeara hasta la muerte.



3- LOS LADRONES DE ÓRGANOS




Tras varios años saliendo con su novia Juan descubre que le era infiel, destrozado por la ruptura y después de varias semanas encerrado en casa por fin se decide a aceptar la invitación de sus amigos para salir de copas y ahogar sus penas en alcohol. 
A las pocas horas y tras varios vodkas por fin decide acercarse a hablar con una chica que lleva toda la noche mirándole, siempre había sido un chico tímido pero el alcohol y los ánimos de sus amigos le empujan a entablar conversación. La chica está muy interesada en él y en media hora ambos están besándose apasionadamente. 
Los amigos deciden dejar solos a los “tortolitos” y cambian de bar, dejando a Juan con su nueva amiga. La chica se empieza a poner más cariñosa e invita al chico a que la acompañe a un hotel donde podrán estar más cómodos. 
Montan en un taxi donde Juan mareado por las copas y distraído por los besos y caricias de la chica ni se da cuenta de donde le llevan. Ambos entran en la habitación de un mugriento hotel pero no parece molestarles la suciedad del lugar, están demasiado concentrados el uno en el otro. 
La chica saca una pequeña petaca (una botella de licor) y le ofrece a Juan la última copa mientras ella se asea en el baño antes de intimar. Juan emocionado por su éxito pega un trago, a los pocos segundos cae inconsciente, la bebida tenía algún tipo de droga… 
Despierta varias horas después en una bañera llena de hielo, muerto de frío y con un fuerte dolor en la espalda. Aún medio drogado y con la cabeza a punto de explotar se da cuenta de que han dejado su teléfono móvil junto a un nota cerca de donde está tumbado. 
“Llama a una ambulancia inmediatamente o morirás” 
El chico asustado se levanta como malamente puede para observar horrorizado en el espejo que tiene dos enormes heridas en la espalda justo a la altura de los riñones. 
Al llegar al hospital le confirman sus peores temores, una banda de traficantes de órganos le han extraído sus riñones, probablemente para venderlos a algún rico sin escrúpulos al que no le importe el origen de los mismo. 
El chico a partir de ese momento tendrá que vivir permanentemente enchufado a una máquina de diálisis en el hospital hasta que, si tiene suerte, le encuentren un nuevo riñón y le puedan realizar un trasplante. 

4- LA SONRISA DEL PAYASO 




Una chica sale a altas horas de la discoteca, ha discutido con sus amigas y esa noche volverá a casa sola, incapaz de conseguir un taxi decide volver a su casa andando. Para ello debe cruzar un oscuro parque, decide hacerlo sin pensar mucho en las consecuencias y acelera el paso para llegar a casa cuanto antes. 

De repente de entre unos arbustos aparece un grupo de hombres con oscuras intenciones, el grupo acorrala a la chica y mientras la increpan y golpean la empiezan a toquetear, la chica asustada implora por su vida y les pide entre lágrimas que la dejen marchar, es virgen y no quiere tener una experiencia tan traumática como primera vez. 
Los hombres entonces le ofrecen una alternativa a la violación, “la sonrisa del payaso”, la chica debe elegir entre ser violada o que le hagan la sonrisa del payaso. La chica que no sabe que es, prefiere cualquier cosa a perder su virginidad violada por un grupo de violentos y elige la “sonrisa”. 
Sin mediar palabra uno de ellos saca su navaja y le corta desde la comisura de los labios hasta las orejas, dejando su boca y cara totalmente deformadas y una horrible cicatriz para toda la vida que asemeja la horripilante sonrisa de un payaso. 
Existen otras versiones de esta misma leyenda en la que ofrecen apuñalamiento o patada. Las personas asustadas al ver la navaja prefieren recibir una patada. Lo que no saben es que antes de recibir la patada les hacen morder un bordillo de la acera y al patearles la nuca les parten todos los dientes. 
En la tercera versión de la leyenda el ofrecimiento es entre puñalada o pellizco, quien prefiere el pellizco tiene que aguantar la tortura de que le arranquen los pezones de un pellizco usando unos alicate
. 


5- SUERTE QUE NO ENCENDISTE LA LUZ 




Una chica llega a altas horas de la noche a la residencia de estudiantes donde vive, se ha quedado hasta tarde con unas amigas y cuando llega a dormir son más de las tres. 
Entra en la habitación tratando de no hacer ruido para no despertar a su compañera de cuarto, tampoco enciende la luz para no molestarla por lo que tiene que avanzar a oscuras empleando solo la luz de tu teléfono móvil para no golpearse con los muebles. 
Cuando se mete en la cama empieza a oír unos quejidos ahogados, la chica se queda en silencio para escuchar mejor. El sonido es como pequeños grititos ahogados o quejidos sin fuerza. Se imagina que su compañera se habrá traído a su novio al cuarto y estarán teniendo una noche apasionada, le sorprende que no colgara una prenda de ropa en la puerta como acostumbran a hacer como señal de que tienen “visitas”. Pero está demasiado cansada para levantarse y buscar otro sitio donde dormir. Sin darse cuenta cae en un profundo sueño entre lamentos y quejidos. 
A la mañana siguiente se despierta sintiendo una humedad en su cama, aún medio dormida lleva su mano al líquido que empapa la manta y pega un salto tras comprobar que es sangre. Sobre su colcha la cabeza cortada de su amiga con un pañuelo en la boca que le sirvió de mordaza la noche pasada. 
La habitación parece un matadero, todo está ensangrentado y en la pared escrito con la sangre de su amiga se podía leer: 
“Suerte que no encendiste la luz” 
Al llegar el forense dictaminó que la chica llevaba pocas horas muerta, al parecer el asesino la había estado torturando toda la noche a escasos metros de la cama donde descansaba. Los quejidos eran gritos de dolor que quedaban ahogados por la mordaza mientras el psicópata despellejaba y mutilaba viva a la víctima. Sin saberlo la chica había salvado su vida al no encender la luz y sorprender al asesino en mitad del crimen.

6- BLIND MAIDEN... 



Se dice que existe un sitio llamado www.blindmaiden.com (Blind Maiden significa Doncella Ciega), un sitio en el que sólo puedes ingresar si cumples con los siguientes requisitos: 1) debes estar completamente solo, 2) deben ser las doce de la noche en punto y no debe haber luna, y 3) las luces de tu casa deben estar apagadas. Según he averiguado existirían también otros requisitos adicionales que no todos han oído de la leyenda conocen: 4) no deben haber artículos religiosos (crucifijos, estatuillas, rosarios) cerca, 5) debe ser un jueves 23, sea del mes que sea., 6) otras personas dicen que el sitio no es www.blindmaiden.com sinowww.blaindmadelaine.com 
Quienes han entrado cuentan que lo que primero aparece es un enorme flujo de imágenes perturbadoras, imágenes que en algunos casos son tan horrendas y fuera de lo habitual que, según afirman los testigos, es imposible describirlas con palabras. Pero lo más preocupante (aunque no sea lo visualmente más insoportable) es el archivo de víctimas: una serie de personas sin ojos que aparecen arrastrándose en catacumbas, en cámaras de torturas, incluso en lugares llenos de sombras que se cruzan fugazmente y emiten espantosos alaridos… 
Dicen que después de aquello surge una esta pregunta: “¿Te gustaría participar en una experiencia de horror absoluto?”. Si osas acceder observarás atónito y congelado por el espanto como una macabra silueta se mueve por tu propia casa: primero en los lugares más distantes de aquel en el que estás; luego, progresivamente, irás viendo como el espectro se acerca hacia tu habitación. Una vez que entre estarás perdido pues te verás a ti mismo de espaldas en el monitor e irás sintiendo cada vez más la cercanía de aquel espíritu maldito hasta que la situación se vuelva insoportable y tú gires para ver qué hay detrás de ti…Será entonces el final de tu vida aunque en un principio no la parezca ya que lo que primero verás será el fantasma de una hermosa mujer ciega; mas luego, cuando se te acerque lo suficiente, su rostro se transformará de forma espantosa: su mandíbula se alargará y mostrará hileras de filosos colmillos ensangrentados, sus ojos primeramente blanquecinos se transformarán en dos fosas vacías y oscuras, su nariz respingada desaparecerá para dejar su lugar a dos pequeños hoyos; y sus manos se llenarán de largas garras e irán directo hacia ti para arrancarte los ojos, para condenarte a ser otro ciego atormentado en el archivo de víctimas, otro curioso que murió sin dejar más rastro que su imagen en el escurridizo registro digital de los asesinados por la Dama Ciega. 

Y bueno, qué dicen: ¿se atreven a probarlo? Ya saben: nada de luces encendidas, hacerlo acompañado o crucifijos en la pared… 

7- EL POZO DE LAS CADENAS



En el pueblo de Tecate, ubicado al final de la Rumorosa, se cuenta que en tiempos de la Revolución Mexicana, alrededor de 1910, vivía un matrimonio de personas muy pacíficas y trabajadoras. Eran una pareja sin hijos. El señor se encargaba del cultivo de las tierras y su esposa se encargaba del cuidado de la casa. 

En aquella época no había mucha gente en los alrededores y los caminos eran simples brechas secas marcadas sobre el árido paisaje, vetas polvorientas por las que a veces pasaban los caballos levantando polvaredas con su andar. 

Un día aparecieron unos hombres que llevaban varias horas caminando bajo el sol ardiente. Extenuados y sedientos de tanto andar bajo el calor, vieron que el señor que trabajaba en sus cultivos era la única persona que tenían cerca y, en consecuencia, se le acercaron. 

— ¡buenas tardes! —saludaron. 

— ¡buenas tardes! —Respondió el señor, dejando su labor y ventilándose con el sombrero—. ¿Cómo así por acá? Muy poca gente viene por aquí. 

—El deseo de encontrar buena fortuna nos trae —respondió uno de los hombres. 

—Vamos a Tijuana, acabamos de cruzar la Rumorosa —dijo el otro. 

—Pues aún les queda mucho camino, Tijuana está bien lejos. 

—Sí, y eso que con lo que hemos andado ya nos morimos de sed, ¿no tendrá un poco de agua que nos regale? —preguntó uno de los extraños. 

— ¡Chingallos, me acabo de tomar el último trago! Pero ándale, no se preocupen que mi casa está cerca y tengo un pozo. A menos que tengan prisa. —respondió el campesino 

— ¿Prisa? Prisa pero por beber agua, compadre —dijo uno de los hombres y luego todos siguieron al señor para saciar su sed. 
El hombre, que casi nunca veía a alguien pasar por el lugar, se emocionaba cada vez que venían visitantes e intentaba aprovechar la ocasión para enterarse de chismes y noticias. Se apresuró entonces por levantar sus aparejos y luego condujo a los hombres hasta su casa. Allí su esposa los recibió y ellos la saludaron quitándose el sombrero. 
Una vez hubieron entrado, los hombres bebieron toda el agua que pudieron, comieron como náufragos y conversaron larga y amenamente. Entretanto, la tarde ya estaba por irse y el atardecer, en su avance, iba incendiando el cielo para después dar paso a los coyotes con sus aullidos de veneración ante el ascenso de la Luna. Los hombres sin embargo no dieron muestras de marcharse, de hecho se veía que querían prolongar las conversaciones con el ánimo de quedarse. Viendo eso, el hombre y su esposa les hicieron un catre con ramas de paja para que puedan dormir. 
Pasadas las horas un grito rasgó el silencio de la madrugada, un grito que a lo lejos retumbaba como delatando la proximidad de la muerte en las inmediaciones… 
Nadie supo nunca qué ocurrió. Se cuenta no obstante que los extraños pertenecían a una banda de sangrientos delincuentes, de hombres deshumanizados que disfrutaban con el sufrimiento de todas aquellas víctimas que les oponían un mínimo de resistencia. Cuentan pues que intentaron robarle y que el hombre intentó presentar resistencia, quizá más de la cuenta porque la crueldad con que lo liquidaron aún se recuerda entre los habitantes de la zona: lo amarraron con cadenas, le quitaron los ojos, lo echaron al pozo y luego arrojaron piedras al pozo para cubrir su cuerpo ahogado. De su esposa y de los asaltantes nunca se supo nada. 
Tal es al menos la versión que se tiene sobre su muerte, versión de la que muchos no dudan, sobre todo quienes cuentan que hay noches en que cerca del pozo se oyen ruidos de cadenas, gemidos de llanto e incluso escalofriantes alaridos de desesperación. Dicen que pena en busca de su esposa desaparecida y de los malditos que la asesinaron, dicen que por las mañanas se pueden ver con claridad las huellas de sus pies encadenados, que a veces se escucha como si lanzaran piedras al agua del pozo a pesar de que no hay nadie cerca que las lance…Incluso, hay quienes aseguran que, cuando han pasado cerca del pozo en la madrugada, han escuchado burbujas, tal y como si alguien o algo en el interior del agua las estuviera produciendo. Los pocos que se han atrevido a mirar cuentan haber visto un rostro grande, de un espectral azul blanquecino, gritando con los ojos inundados de angustia; y ascendiendo, ascendiendo como para querer contactar con el asustado visitante… 

8- LA NIÑA DE LAS MONEDAS 



Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba la habitaciones… 
Existe una antigua casa del centro de las ciudad que se dice está encantada y cuentan que en ella hace mucho tiempo vivía una familia acomodada que tenía una hija pequeña y varias criadas a su servicio. 
Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba la habitaciones, un enorme, largo y oscuro corredor lleno de cuadros y enlosado. 

Al final del pasillo la niña vio lo que parecía un niño de su edad levantando una de las losetas y metiendo algo dentro de un hueco en el suelo. La niña no podía creerlo, lo que vió relucir en la mano del muchacho al pasar por la tenue luz que entraba por la ventana eran monedas de oro. 
Cuando el niño se fue salió y se dirigió hacia allí; entonces apareció una de las criadas con una vela enorme que también había visto lo que había pasado y quería sacar partido. 
Decidieron que no dirían nada a nadie, todas las noches se acercarían y con la ayuda de la luz de la vela levantarían la loseta y sacarían las monedas hasta acabarlas. Cada noche, la niña, que por su tamaño cabía dentro, se metía por el hueco bajo la loseta e iba dando monedas a la criada, quien las iba guardando en un enorme saco. Las noches pasaban y aquel tesoro parecía no acabarse nunca. Cada noche que pasaba la vela iba consumiéndose más y más, pero las monedas seguían saliendo a pares y no querían dejarse ninguna. 

Una noche en medio de su labor la vela comenzó a parpadear haciendo amagos de apagarse, la criada le dijo a la niña que saliera del hueco, que ya tenían dinero de sobra. La niña le hizo caso y abandonó el escondrijo, pero en el último momento una moneda cayó del saco al hueco y, en un acto de avaricia y sin pensárselo siquiera, la muchacha se metió de nuevo en el hueco. La criada intentó agarrarla pero no pudo, mientras le gritaba que por favor saliera de allí y dejara la moneda, pero en medio de ese griterío la vela terminó de apagarse. En el momento justo en que el último rayo de luz salió de la vela la loseta se cerró ante los ojos de la criada dejando a la niña dentro, fue imposible volverla a abrir nunca mas. 
La criada decidió no decir nada a nadie, los padres dieron a la niña por desaparecida y el tema se fue olvidando con el tiempo. Pero aún en la actualidad dentro de esa casa se siguen oyendo por las noches los gritos de auxilio de la niña que repiten noche tras noche en el pasillo “Por favor…socorro…sacadme de aquí…”. Incluso la policía ha acudido multitud de veces ante la llamada de los vecinos que oían voces pidiendo ayuda, pero al llegar al viejo caserón lo único que siempre han encontrado es una vela vieja y consumida puesta justo en el centro de una loseta… 

 9- MARY ANN Y EL ESPEJO ROTO 



Todo comenzó en Tetbury, una pequeña localidad de cierta campiña inglesa situada a unos cuarenta minutos de Oxford. Se dice que allí, hace muchos años, vivía una chica de deslumbrante belleza llamada Mary Ann Sawford. Sus cabellos eran largos, ondulados y de un dorado semejante al oro, su cuerpo era todo un monumento y su rostro tenía facciones tan bellas y finas que parecía el rostro de un ángel. Por todo ello Mary Ann estaba acostumbrada a ser el centro de atención, un imán que por donde iba monopolizaba las miradas masculinas y que, con una sola mirada de sus ojos azul-zafiro, era capaz de hacer que cualquier chico del pueblo caiga rendido a sus pies. 
Pero su apariencia era sólo el bello envoltorio de un alma insensible y algo cruel. Detrás de su rostro angelical latían una soberbia y una arrogancia sin límites pues Mary, cegada por la vanidad y la superficialidad, creía que por ser tan hermosa era superior a los demás, mirando casí siempre con desdén a las otras personas, particularmente a aquellas que no habían tenido la suerte de ser tocadas por la belleza. Fue así que aquella detestable actitud de Mary consiguió que, con el tiempo, la envidia que las chicas del pueblo le tenían acabase por transformarse en una peligrosa combinación de celos y odio. 
En su crueldad, Mary Ann encontraba un gran deleite en amargarle la vida a una chica jorobada de nombre Elizabeth: la trataba con apodos, le lanzaba bromas denigrantes, la dibujaba, entre otras cosas…Y todo eso durante años. Un día cruzó los límites y humilló fuertemente a Elizabeth delante de Robert, el chico que Elizabeth amaba. Esa noche Elizabeth lloró y juró que ya había sufrido demasiadas humillaciones y que era hora de hacer justicia y vengarse de Mary Ann. Quería hacerle algo horrible sin importar las consecuencias, algo que le haga pagar por haber adoptado por tanto tiempo la actitud aborrecible de la niña mimada en la que se había convertido… 
Tres días más tarde Elizabeth fue arrestada después de lanzar una sartén de aceite hirviendo al rostro de Mary. Mary Ann sobrevivió, incluso conservó la vista…pero el precio fue muy alto, tan alto que ella habría preferido morir: su rostro angelical quedó tan desfigurado por la severidad de las quemaduras que parecía el de un monstruo infernal, su pecho y su cuello habían quedado en un estado lamentable y había perdido una buena parte de su dorada cabellera. 
Dicen que la primera vez que vio su nuevo aspecto estuvo toda la noche gritando, y que entró en una crisis nerviosa tan terrible que sus alaridos estuvieron resonando por gran parte de Tetbury hasta casi entrada la mañana. Jamás volvió a ser la misma: se había transformado en un ser traumatizado y atormentado. 
Pasaba todo el tiempo encerrada en su casa, no permitía visitas. Cubrió con viejas sábanas todos sus espejos para así evitar el suplicio de mirar su horrendo aspecto. Pasaba horas enteras peinándose el poco pelo que le quedaba mientras se repetía una y otra vez que era la chica más bella del pueblo. Cuentan que si pasabas cerca de su casa podías casi siempre oírla sollozar, incluso dicen que a veces por las noches se ponía a gritar como loca. Con el tiempo fue enloqueciendo cada vez más, aunque no permaneció mucho tiempo mas entre los vivos, ya que después de que perdiera su belleza: un día, incapaz de seguir aguantando su suplicio, Mary destapó uno de sus espejos y, al ver su monstruosa imagen, comenzó a gritar, rompió el espejo y luego se cortó las venas con uno de los pedazos del afilado cristal… 
Pasados unos días se encontró su cuerpo desangrado encima de los pedazos del espejo. Cuentan que nadie acudió a su funeral, el odio y envidia que había despertado en vida la habían dejado sola en sus últimos momentos. 
Con el paso de los años empezaron a nacer extraños rumores en Tetbury: se decía que el espíritu de Mary Ann estaba penando y que hasta se podía invocar. Todo lo que había que hacer era estar solo en tu casa de noche, escribir el nombre de Mary Ann en un espejo y luego acostarte. Supuestamente, a la mañana siguiente encontrarías el espejo roto y verías que tu reflejo ha desaparecido para siempre, y en su lugar aparecerá el rostro quemado de Mary Ann en cada espejo a tu alrededor, el espíritu te estará vigilándo desde el más allá mientras se peina su raída melena… 
En un comienzo creerás que se trata de alucinaciones pero luego la verás cada vez más: en el cristal de la ducha, en el vidrio de la ventana, en la pantalla del ordenador, en tus sueños… Mas solo tú podrás ver el rostro aterrador de Mary Ann, nadie más lo verá y si lo cuentas los demás pensarán que estás loco y al final tarde o temprano acabarás tan trastornado como la propia Mary Ann… 
Seguirás viéndola hasta que un día te hartes y rompas uno de los malditos espejos en que Mary Ann te observa peinándose. Pero cuidado: el día que hagas eso, ten por seguro que morirás, ya que Mary Ann enfurecerá y mientras duermes poseerá tu cuerpo y te obligará a suicidarte cortándote las venas con los afilados restos del espejo igual que ella se quitó la vida abandonando su sufrimiento en este mundo… 



11-LA ULTIMA LLAMADA 



Un hombre profundamente enamorado recibe la noticia de que su novia ha fallecido recientemente tras sufrir un ataque al corazón en su lugar de trabajo. Al día siguiente tras un emotivo funeral, agotado y aún llorando por la pérdida de su gran amor vuelve a su casa donde tras varias horas de llantos desconsolados empieza a recibir llamadas en su teléfono móvil. 

Cansado y sin ganas de hablar con nadie hace caso omiso a la insistencia de la persona que le llama y finalmente consigue dormirse. 

Al despertar revisa su teléfono y comprueba que las llamadas recibidas la noche anterior fueron realizadas desde el teléfono de su amada muerta. Asustado y confuso llama al número y sólo escucha quejidos ahogados y una débil respiración, la llamada se corta a los pocos segundos. 

Esa misma tarde se acerca al cementerio a poner una flores en la tumba de la fallecida y despedirse por última vez, mientras llora recordando a su amor se acuerda de las llamadas que recibió y prueba nuevamente a llamar al número de su novia pensando que algún familiar habrá guardado su móvil y trató de ponerse en contacto con él.

Para su sorpresa al marcar el número se empezó a escuchar la melodía del teléfono de su pareja, un sonido casi imperceptible que pudo escuchar debido al silencio que reina en los cementerios. De inmediato sintió como un escalofrío recorría su espalda. 

¡¡¡ Su amada muerta le había estado llamando desde el más allá. !!! 

Muerto de miedo y acobardado por la idea de estar solo cuando un espíritu le atormentaba, se acercó a uno de los empleados del cementerio que se encargaba de mantener en buen estado las tumbas. Tras contarle la historia el trabajador rápidamente avisó a sus compañeros que procedieron a desenterrar el ataúd de su amada. 

Lo que encontraron les heló el corazón, la mujer tenía las uñas totalmente destrozadas y todo el ataúd estaba manchado de sangre ya que se le habían desprendido de los dedos al tratar de arañar el sarcófago donde se encontraba encerrada. Al parecer había fallecido hacía pocas horas, al acabarse el aire que había en el espacio cerrado. 

Un análisis forense determinó que había sido enterrada con vida, al confundirse un ataque de catalepsia con un infarto que le había causado la muerte. Al despertar en el ataúd, horas después de ser sepultada, asustada trató de ponerse en contacto con la persona más cercana, su novio, pero éste al no atender las llamadas no sabía que estaba desaprovechando las pocas horas de aire de las que disponía su amada. Quien desesperada luchaba por salir del ataúd que poco a poco la dejaba sin oxígeno. 

Ja 

12- LA CHICA DE LA CURVA 





Pasaban quince minutos de las nueve de la noche cuando Cobos decidió irse. Llevaba varias horas delante de la pantalla del ordenador, sin apenas pestañear y pensó que ya era hora de marchar a casa. 

Fuera, en la calle, ya había anochecido hacía un buen rato. El viento soplaba con una fuerza inusitada, como antesala de una tormenta que estaba a punto de llegar. 

Antes de cerrar la oficina con su llave, tecleó en la pequeña consola la clave para activar la alarma electrónica. Esperó unos segundos tras cerrar la puerta hasta que escuchó un pitido agudo que indicaba que la alarma quedaba en servicio, y con un gesto instintivo se echó la gabardina por encima de los hombros. El frío arreciaba y empezaba a lloviznar. 

Con paso rápido alcanzó su vehículo, un viejo Renault verde oscuro que pese a los años, se encontraba en bastante buen estado. Abríó la puerta y con rapidez se introdujo en su interior. 

Introdujo la llave en el contacto y en breves segundos una tenue luz dió vida al cuadro de mandos. Giró la rueda de la calefacción al tope, y se dispuso a iniciar la marcha hacia su hogar. 

La tormenta se fue volviendo cada vez más virulenta a medida que se alejaba de la oficina. Aún le quedaban unos 50 kilómetros hasta llegar a su casa, situada en las afueras de una pequeña ciudad dormitorio. Decidió encender la radio para hacer el trayecto más apacible; sin embargo la grave voz del locutor de ese programa de misterio que tanto le perturbaba, inundó el oscuro interior del vehículo. 

Giró a la derecha para incorporarse a la carretera comarcal por la que tendría que transitar varios kilómetros. No le gustaba nada regresar a casa por este camino, máxime cuando hacía una noche tan desapacible como esta, ya que el firme no se encontraba en buen estado y apenas había iluminación. De hecho se había producido en ella varios accidentes en los últimos años, alguno de ellos mortal. Esto también había dado lugar a habladurías de la gente, que afirmaba que en una curva se aparecía una mujer joven vestida de blanco y con aspecto desaliñado. 
Cobos no era una persona que diera mucho crédito a este tipo de historias. Sin embargo tenía que reconocer que había algo en esa carretera que le provocaba una sensación extraña, de intranquilidad. 

Ya había dejado atrás las luces de la pequeña ciudad, y la oscuridad lo inundaba todo. Sólo el resplandor de los faros delanteros era capaz de romper con la negrura de esa noche sin luna. De pronto, una sensación muy extraña se apoderó de él. Se dió cuenta que no se escuchaba ningún ruido, salvando la radio y el sonido del motor y los neumáticos sobre la gravilla.Decidió parar en el arcén sin saber bien para qué, ni que se encontraría. Abrió la puerta del coche y salió. Fuera llovía copiosamente, pero apenas se escuchaba algo más que el ruido del motor y el golpeteo de las gotas de lluvia en el techo del coche. Se introdujo de nuevo en el vehículo, e inició la marcha, sin haber despejado del todo ese hormigueo que tenía en el estómago. 

Su incertidumbre duró poco tiempo. Al mirar por el retrovisor interior del coche se dió cuenta de que no iba solo. Una mujer totalmente empapada, con un vestido blanco, y la mirada ausente se encontraba en el asiento trasero. 

Era imposible que se encontrara allí: el vehículo sólo tenía dos puertas y de ninguna forma se podía acceder a la parte trasera, salvo por la puerta del lado del conductor, ya que la otra se encontraba averiada desde hacía varios días y no se podía abrir. 

Su corazón empezó a latir aceleradamente. Frenó en seco y con sus manos se tapó el rostro, con la esperanza de que todo fuera fruto de su imaginación. Sin embargo al volver a mirar por el retrovisor, la figura seguía sentada en el mismo lugar. 

Cobos se giró y balbuceando preguntó a la mujer quién era, y que hacía allí. Sin embargo esta no articuló palabra. Su mirada seguía perdida Dios sabe donde… 

No podía ser. No podía estar nadie allí. No podía ocurrir que esa vieja historia de la mujer de la curva le estuviera ocurriendo a él. No creía en ese tipo de tonterías. Decidió salir del coche y echar un vistazo desde fuera. Tenía que ser fruto de su imaginación. 

Asió la palanca de la puerta con la mano dispuesto a abandonar el coche, y de repente sintió una fuerte presión en el cuello. Notó como dos manos frías como el acero le presionaban impidiendo el paso de aire a los pulmones. Miró sorprendido por el retrovisor y la imagen que vió le provocó pánico. La mujer ya no tenía esa mirada fria y distante sino todo lo contrario: los ojos parecían que se iban a salir de las órbitas y reflejaban un odio que nunca había visto en ningunta otra mirada. 

Intentó zafarse de las manos de la mujer pero le resultó imposible. Poco a poco, a medida que el oxigeno apenas llegaba a sus pulmones, fue perdiendo la consciencia, seguro de que iba a morir, pero sin entender aún porqué. Hasta que la mujer aproximó sus labios y dijo con una voz carente de expresión: nos veremos en el infierno, donde estoy desde aquella noche que me atropellaste en la curva que acabamos de pasar. ¿Recuerdas? 

Fueron las últimas palabras que escuchó. Después reinó la oscuridad más absoluta

13-  La Pulsera Negra



 Thomas era un joven médico que trabajaba de interno en un frío hospital de Dakota del Norte. Su vocación y sus ganas de salvar vidas eran el único motivo por el que no caía rendido de cansancio en unas interminables guardias que podían prolongarse hasta 36 horas y que le dejaban exhausto.

Aquella noche había sido especialmente dura, el servicio de urgencias no tuvo ni un respiro y Thomas había tenido que encargarse por primera vez de una paciente sin el respaldo de otro doctor. Luchó por la vida de la chica, que no debía tener más de 22 años, durante más de dos horas, pero desde que llegó se había considerado un caso perdido y en el hospital decidieron priorizar a otros pacientes que tenían más posibilidades de sobrevivir. Los daños que había sufrido la joven en ese accidente de tráfico múltiple eran tan graves, que incluso si Thomas hubiese conseguido obrar un milagro y la chica hubiese sobrevivido, las secuelas hubiesen sido tan graves que probablemente habría quedado en estado vegetativo.
Los médicos más experimentados del hospital habían acudido en la ayuda de los otros accidentados y decidieron “bautizar” a Thomas con un caso imposible para que un primer “fracaso” le hiciera comprender lo dura que es su profesión y no empezara a creérselo demasiado. Además priorizando a otros de los heridos habían conseguido salvar la vida de tres personas, en lo que había sido el peor accidente de tráfico que habían registrado las carreteras de la región en meses.
Thomas era consciente de que la chica probablemente nunca tuvo posibilidades de sobrevivir, pero aún así se sentía destrozado por dentro y tuvo que tragar saliva para contenerse las ganas de llorar cuando le puso una pulsera negra a la fallecida. La pulsera negra era un protocolo de su hospital que servía para marcar a un difunto y señalar la hora y causas de su muerte. Normalmente eran las enfermeras quienes se encargaban de rellenar los datos y ponerle la pulsera antes de mandar a un cadáver a la morgue. Pero Thomas pensó que haciéndolo él, el recuerdo de su primer “fracaso” le serviría para aprender y avanzar en la que puede llegar a ser una de las profesiones más duras. Memorizó cada una de las facciones de la chica y la cubrió con una sábana para que uno de los celadores se la llevara en una camilla por un interminable pasillo que conducía al depósito de cadáveres.
Al finalizar su turno, Thomas parecía un zombi, su cara demacrada por el cansancio y el fuerte impacto emocional de perder a su primer paciente le habían dejado destrozado. No era la primera vez que alguien se moría en una mesa de operaciones frente a él, pero esta era la primera vez que él era el doctor al mando y el “único responsable”. En su mente repasaba todos y cada uno de sus movimientos y trataba de buscar cual fue su error o si había algo más que pudiera haber hecho. Pero incluso él mismo, sabía que su proceder había sido impecable y que cuando a alguien le llega la hora es imposible luchar contra el destino.
Cabizbajo y caminando casi dormido entró en el ascensor. Se dirigía a la séptima planta donde tenía su ropa, lo único que quería era cambiarse e irse a dormir a la residencia que estaba a pocas calles del edificio del hospital. Eran las cuatro de la mañana y el hospital parecía vacío, tan absorto estaba en sus pensamientos que casi ni se dio cuenta de que había alguien dentro del ascensor cuando entró. Una mujer le saludó:
-Uff y yo que creía que tenía mala cara, ¿chico pero que te ha pasado?
Thomas se giró y vio a una mujer de unos cuarenta años que le sonreía, estaba casi tan pálida como él y aunque no tenía muchas ganas de conversar la contestó.
-Hoy ha sido un día muy duro, no se ni como estoy todavía de pie. Además he perdido a mi primer paciente – le dijo mientras ponía un gesto que denotaba que estaba a punto de echarse a llorar.
-Pues por la cara que pones estoy seguro que has hecho todo lo que podías, no seas tan duro contigo mismo.
-Muchas gracias, probablemente mañana pueda verlo de otra forma – dijo Thomas mientras se giraba a ver porque se había abierto la puerta del ascensor en una planta que ninguno de los dos había marcado.
Al mirar fuera vio la silueta de una joven en mitad del pasillo, al terminar de abrirse la puerta del ascensorcomenzó a girarse lentamente hacia ellos. Thomas al ver la cara de la chica dio un salto hacia atrás y pegó la espalda a la pared del ascensor mientras señalaba a la chica que había fuera y trataba de decir algo sin conseguir articular palabra. De repente pareció recuperar el control de su cuerpo y se abalanzó hacia el panel del ascensor presionando repetidamente el botón que cerraba las puertas. La mujer que había en el interior del ascensor se quedó mirándole perpleja cuando la puerta se cerró cuando faltaba menos de un metro para que la joven que había fuera entrara en el ascensor.
-E… e… esa chica – dijo tartamudeando del susto – yo mismo la vi morir, no pude hacer nada para salvarla y le puse esa pulsera negra.
La mujer que se había mantenido pegada a la pared sonrió y mientras levantaba el brazo le preguntó:
- ¿Una pulsera cómo esta?
Thomas se giró a mirarla y vió como en su muñeca había una pulsera de color negro, idéntica a las que usan en el hospital. El joven médico se desmayó del susto y en su caída agarró fugazmente el brazo que le mostraba la mujer con la que había compartido la charla en el ascensor.
Minutos después encontraron a Thomas aún desfallecido en el suelo del ascensor. Todos atribuyeron su desmayo al cansancio. Pero él sabía que lo que había pasado era real, en su mano tenía una pulsera negra que había arrancado sin querer del brazo de la mujer que había en el ascensor mientras caía desmayado. Al revisar la pulsera pudo comprobar que la mujer había fallecido dos años antes en un accidente de tráfico muy similar al de la chica que quiso salvar.

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